sábado, 22 de marzo de 2014

Gracias por esta experiencia.



La fe es un don, un regalo que viene de Dios. Nosotros tenemos la responsabilidad de cuidarla. Pero hay un “plus” que se nos da y que es fruto de la relación continuada con el Señor. Ahí radica el meollo de la cuestión: en pasar mucho tiempo a solas con Cristo, con el Señor. En esos tiempos “sin tiempos” se va generando una manera de vivir la vida que está determinada por ese “plus”, por eso que el Señor nos da cuando un corazón se acerca a él buscando consuelo. Se trata de una profundísima relación de amor, donde ponemos absolutamente toda nuestra vida, especialmente aquello que más nos cuesta llevar, en las manos de Dios. Se trata de, una y otra vez, una y otra vez, desaparecer del mundo para volver al mundo con la fuerza del Señor, con los ojos del Señor, ¿cómo vería el Señor esto que yo estoy viviendo?; ¿cómo vería el Señor a esta persona?; ¿cómo se tomaría el Señor esto?; ¿Con qué actitud lo viviría el Señor? Y lo más importante: ¿qué me dice el Señor a mí en este justo instante, en este momento de mi vida, en estas circunstancias de mi presente? ¿Cómo me habla? ¿Cómo está cuidando de mí? ¿Cómo me mira el Señor a mí? Se trata de ponerlo todo en sus manos y materializarlo en justo eso: en pasar mucho tiempo a solas con el Señor. Jesús así lo hizo. Se retiraba continuamente para estar con el Padre. En esos espacios de soledad encontraba la fuerza para luego volver y vivir lo que vivió con sus discípulos, con su pueblo, con su gente. Hoy que ha sido un día tan importante en mi recorrido de CVX, lo que quisiera compartir es esta experiencia: el amor de Dios es más grande que las heridas humanas y que los errores que podemos cometer los hombres. Es en su amor donde hemos sido concebidos. Es el amor del Señor lo que inunda la vida del que se acerca a Él con un corazón roto. Desde esa experiencia profunda de amor, somos capaces de levantarnos una y otra vez, coger nuestra camilla y echar a andar, como el del evangelio. Es el amor del Señor lo que nos va abriendo puertas. Nosotros o nuestra parte en esta historia de amor ¿cuál es? El ser capaz de ir a El y dejar toda nuestra vida en sus manos, a pesar de la oscuridad o de que a veces las cosas no van al ritmo que nosotros quisiéramos que fuesen. Es fruto del amor. No es fruto de la mente. Porque te amo, me abandono en ti. Porque me siento profundamente amado por ti, soy capaz de ir a ti una y otra vez y ponerlo todo en tus manos. El Hermano Roger de Taizé lo repetía muchísimo. Decía: “de comienzo en comienzo”. Lo singular de la relación con el Señor es justamente esto: siempre estamos empezando, siempre estamos comenzando, porque entramos en una experiencia que es misterio. Quiero regalaros este texto, que escribo en este sábado 22 de Marzo de 2014, en Málaga, día en el que hemos celebrado el día mundial de las CVX, para dar las gracias a mi pequeño grupo, con el que estoy teniendo la experiencia de salir de mi aislamiento como creyente y a la comunidad CVX de Málaga porque me siento acogido, respetado y querido en esta vivencia de conocer lo que es compartir mi vida de fe. Doy gracias al Señor por ser lo que es en mi vida. Doy gracias a mi familia, porque fue el seno donde recibí la fe y donde pude conocer a Cristo. Doy gracias a la Iglesia Católica y a las personas que, desde la Iglesia, han hecho que llegue hasta donde he llegado en mi vida, especialmente a mi cura, Paco, con el que me une una profundísima amistad y con el que siempre tengo ganas de quedar para disfrutar de una nueva charla, de una comida o de un viaje. Doy gracias a la persona más importante de mi vida, Víctor Cabanillas, mi gran maestro existencia. Hoy ha sido un día muy importante para mí y lo quería comentar con vosotros. Feliz final de sábado.

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